A todos nos gusta mucho ir a la playa, ¿verdad?
En la playa podemos jugar con la arena, hacer castillos con el cubo y la pala, correr,
saltar y en el agua: ¡cientos de posibilidades!
Se puede nadar, bucear… ¿has observado alguna vez todo lo que hay bajo el mar? Bajo
el mar van pasando los caballitos de mar, como si fuesen a caballo o incluso en moto.
¡Brrrrummmm, brrrrummmm! Hay familias de peces, que se llaman “bancos de peces”
que van nadando todo juntitos, moviéndose y mostrando todos sus colores diferentes.
Hay delfines juguetones, hay orcas veloces, tiburones hambrientos…
Y bueno, volvemos un poquito más a la playa. Sigo: por allí por la playa, en la costa lanzaroteña, justo donde había muchas rocas y piedras volcánicas vivía Alejo, un cangrejo. No era muy grande pero pequeño, pequeño, pues tampoco.
A Alejo le gustaba bañarse, nadar y charlar con sus amigos cangrejos. ¡Hacían unas fiestas que parecían de lo más flamencas, con sus pinzas clac-clac-clac baila que te baila! Derecha, derecha, derecha… izquierda, izquierda, izquierda! Se reunían para comer algas, plancton, restos de otros pececillos. Y es que bajo el mar hay un mundo como el nuestro… pero con mucha agua.
Pero ayer vi a Alejo en la playa cuando bajó la marea y estaba como asustado. Escapaba constantemente y no se reunían todos juntos para festejar sino que cada uno se escondía como podía entre las rocas. ¿Por qué?
Y entonces me paré a observar. Claro, es agosto, la playita estaba llena, llena de niños que están de vacaciones. ¡Corrían y gritaban entre ellos! Y es que a Alejo, la realidad es que le asustan los ruidos fuertes. Él prefiere el murmullo del mar, el sonido del agua chocando contra las rocas… Y además, algunos niños estaban cogiendo conchitas, planeaban llevarlas a casa y decorar alguna botella o vaso lleno de conchas. Alejo lloraba, le habían quitado la concha que cerraba la puerta de su casa. Las dos conchitas que hacían de ventada en su roca. Habían destruído su casita. Y además, al no tener puertita, pues había entrado hacia dentro un trocito de bolsa de plástico y le había bloqueado el paso.
Y es que, querido amiguito y amiguita, si ves plástico o otras cosas que no pertenecen al mar, sí deberías recogerlo, guardarlo y luego tirarlo en la papelera más cercana. Porque sino Alejo lo tendrá en su casita o mucho peor, quizás lo confunda con comida y se coma ese plástico tan tóxico.
Y por otra parte, si ves conchitas, piedras bonitas que ha moldeado el mar, con colores brillantes y formas increíbles: déjalas en playa.
Si cada persona que pasara por allí, se llevara 10 piedras o conchas a su casa, la playa se quedaría totalmente desierta en tan solo unos meses y el pobre Alejo y toda su familia no sabrían como construir sus casitas, cubrirse y protegerse de los ruidos típicos de verano. Y otra cosa, recuerda que si ves algún cangrejito, no les asustes: shhhhhh.
Y colorín, colorado, Alejo estaba enfadado 😉