En el parque están jugando Rafa y María.
De repente, empiezan a caer unas gotitas.
-¡¡Corre, María!! ¡A cubierto en la casetita del parque, en unos segundos parará de llover!
-dijo su mami desde el banco donde se había sentado para poder dejar su mochila con todo lo que María quiso llevar al parque (su muñeca con su bibe, sus pañalitos, su sonajero… también una pelota y unas tizas para pintar en el suelo…)
Sin duda era una mochila muy grande y siempre tenía lo que necesitaba durante la tarde de juegos: agua, algo para merendar, una tirita si se caía, los juguetes que insistía en llevar…
A decir verdad, mami era muy fuerte para llevar algo tan pesado en su espalda e incluso a veces sostener el patinete, la bici o a la propia María en brazos cuando estaba muy cansadita de tanto jugar.
Allí, resguardados de la lluvia, dijo Rafa:
-Mi mamá seguro que tiene un paraguas en su mochila.
-Son solo unas gotitas – respondió María- lo ha dicho mi mamá. Y ella no se equivoca.
Siempre dice que si como todo creceré y mira, esta mañana me ha medido en el marco de la puerta de mi habitación y ya hemos hecho otra rayita más arriba que la última, porque, ¿ves qué alta estoy? ¡Porque comí todo!
-Es verdad, las mamis sí que saben todo, todito. ¡Ah mira, mira, sale el sol!
-¡Y el acoíris, Rafa! ¡El Arcoíris! ¡La lluvia y el sol traen el maravilloso arcoíris! ¿Sabes? Cada vez que veo un arcoíris me acuerdo mucho de mi mami. Ella siempre me dice que las mamás son así, como arcoíris y como el tiempo en general.
-¿Y cómo es eso, María? -preguntó Rafa muy interesado-.
-Pues, verás, las mamis son como el sol, que ilumina y nos da la luz y la energía. Pero a veces mi madre también es tormenta, se enfada o se disgusta porque no me he portado bien o también porque algo en su trabajo no sale bien … o como cuando se le quemó la tarta que quería hacer para la merienda con sus amigas. Tiene rayos y truenos.
-¡Anda! -dice Rafa reflexionando – pues mi mami también tiene tormentas de esas. A veces incluso llueve… y se le caen unas lagrimitas por la cara. Como el día que papá tuvo el accidente con el coche o cuando me rompí el brazo por jugar saltando en la cama. Lloró mucho, como cuando cae un chaparrón.
-Claro, las mamis también lloran y mi madre dice que llorar no es malo. Es como cuando tienes un nudo en el pelo. Mi mami me lo cepilla para sacarlo. Y cuando tienes un nudo en la garganta, dice mi mami que lloramos para deshacerlo.
Es que Rafa, ¿tú has visto la mochila de mi mami? Pesa muchísimo, seguro que le duele la espalda. A mí cuando me duele algo, a veces, lloro. Y las mamis también… pero, ¿sabes lo bueno? Que si le das muchos besos, abracitos y mimitos, aparece el sol de nuevo y mami vuelve a recuperar sus colores de siempre, su arcoíris y sus rayos de sol que nos dan energía. Porque cuando veo a mami sonriendo, yo me siento súper, súper bien.
-Yo también, María. Me gusta mucho ver a mi mami sonreír. Vamos a darles un besito y un abrazo para que sigan sonriendo.
-Es verdad, la lluvia, la tormenta y el arcoíris son normales en cada persona pero a mí me gusta más el sol en mami y la voy a cuidar siempre, siempre. ¡¡Maaaaaaaaami, ya ha parado de llover!! ¿Podemos salir?
-Sí, sí, claro, ¿tenéis hambre ya? ¡Tengo unos bocadillos deliciosos en la mochila! -dijo mami sonriente.
-Sí, mami y así, si comemos todo, todito, creceremos mucho. Y … y la mochila te pesará un poquito menos… – dijo María sonriendo a Rafa. Porque habían compartido el secreto de las mamis e iban a hacer todo lo posible por ayudarlas.
Y es que…
Todas las mamis tienen momentos más brillantes y momentos más oscuros, como las tormentas pero todo lo que necesitan es un rayito de sol, un beso, un abrazo… para volver a brillar con fuerza porque no es fácil llevar una mochila tan grande cada día.
Y tú, ¿ayudas a mami con su mochilita?