-¡Yo no quiero ir al cole, mami! -decía una y otra vez el pequeño Nacho.- que en aquel entonces
tenía cuatro o cinco años y parecía tener las cosas súper claras.
-¿Me dices por qué? -insistía su mami para poder saber qué le pasaba por la cabecita.
-Es que mami, yo prefiero estar en la playa… o mejor todavía, ¡con los abuelos! ¡Y ver todos los animalitos que tienen por el pueblo! ¡Y comer helado hasta que me duela la barriga! ¡Y acompañar al abuelo a la tienda a comprar el pan!
-Claro, claro, todo eso está muy bien, pero dime una cosa. Cuando el abuelo va a la tienda, ¿paga el pan?
-Sí, claro, saca su cartera negra y paga.
-¿Y el panadero le devuelve dinero?
-Sí, a veces sí. Pero mami, no estoy entendiendo nada. ¿Qué tiene que ver esto con el cole?
-Ten paciencia y escucha -empezó mami muy tranquilamente-. En la tienda todo tiene un precio, un número. ¿Tú te sabes los números?
-¡Claro que me los sé! Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez, doce, ¡no! ¡Once, once! Doce, trece, quince, catorce… ¿o era catorce y luego quince? ¡Bueno, sí me los sé, que me los enseñó la profe! -dijo Nacho.
-Exacto, la profe te enseña a contar, para que el día de mañana puedas ir a la tienda, ver el precio, pensar si es caro o barato, si tienes suficiente dinero en tu cartera para poder pagarlo. O quizás trabajar en la tienda y si alguien te da un billete grande para pagar, tendrás que darle la vuelta y entonces tendrás que saber restar, sumar… ¿adivina quién te va a enseñar todas esas cosas?
-Ya pero mami, yo no voy a trabajar en una tienda. Yo voy a ser ¡piloto de avión! No necesito sumar ni restar.
-¡Ay Nachito, qué testarudo eres! Piensa en ese avión tan grande que muchas veces te ha llevado de vacaciones. Pesa mucho, mucho, además lleva las maletas de cada pasajero y a todas las personas que tienen un billete, todos sentaditos, con su cinturón de seguridad y ¡…zuuuuuum! De la tierra al cielo en tan solo unos segundos. ¿Piensas que es fácil?
-No, seguro que es difícil porque tienen un montón de botones en la cabina y no sé muy bien cómo sabe un piloto qué botón es el que tiene que tocar. -decía Nacho mientras le surgían mil y una pregunta-.
-Muy fácil, para ser piloto, hay que escuchar.
-¿A quién, a quién, mami? -preguntó Nachito inquieto-. ¿A quién tengo que escuchar?
-A los profes. Ellos te enseñan cómo volar un avión, te enseñan también cómo hablar otros idiomas, te enseñan a tener tu cuerpo en forma, te cuentan cosas interesantes del pasado, historias fascinantes de reyes y reinas, de nuestros abuelos, bisabuelos y tatarabuelos… Te hablan de la Naturaleza, los animalitos y qué come cada uno, dónde viven, qué hacen. Te enseñan los números, para que puedas conducir tu propio coche e ir tan rápido como esté permitido, sin pasarte de lo que dice la señal. Te enseñan tantas cosas como tú quieras aprender.
-¡Wow! Yo quiero saber todo eso. -susurraba boquiabierto Nacho-.
-Cada piloto, médico, dependiente, conductor de autobús, bombero, cocinero, policía, astronauta, farmacéutico, profesor de natación, recepcionista, camarero… cada uno de ellos ha tenido un profesor. Bueno, uno no, muchos. Y de cada profe ha aprendido una cosa diferente.
Porque seas lo que seas de mayor, serás el resultado de un puzzle que hacen los profesores.
Forman tu futuro y por eso es súper importante ir al cole, para poder soñar con tu futuro, con ser lo que más te apetezca de mayor. Con ser feliz, aprender y saber muchas cosas. Gracias al profe,
que te llevará de la mano a ese lugar, a ese momento de tu vida.
-Entonces mami, ¿los profes hacen el futuro? -dijo Nacho jugueteando con un avioncito entre sus manos.
-Pues- dijo mami riéndose un poco- podemos decir que sí. Tu profe hace con sus palabras y con sus juegos parte de tu futuro, parte del futuro de tus amiguitos, parte de vuestra vida.
-¡Wow! Mi profe es un súper héroe y su súper poder es enseñarme cosas. ¡No pienso faltar ni un solo día al cole!
De esta manera fue como Nacho decidió que el cole era uno de sus sitios favoritos porque no solo jugaba con sus amigos y lo pasaba genial, sino que además estaba poco a poco convirtiéndose en su futuro, en el piloto que ahora es. Nacho ahora vuela en un avión Binter entre las Islas Canarias y a veces, recibe en su cabina a algunos niños a los que siempre les dice:
¡estudiad, estudiad mucho y escuchad con mucha atención a vuestros… profes!
¡Y colorín, colorado, Nacho ya ha volado!