SANA SANITA

cuentos infantiles

La pulsera mágica y los modales

Rosita cumplió 6 años y de regalo, su abuela, le dio una pulsera de color dorado, brillante como cielo estrellado.
Todos los días desde su cumple, Rosita llevaba la pulsera en su mano izquierda… iba al cole con ella, se bañaba con ella, dormía con ella… ¡No se la quitaba nunca! A veces también jugaba con ella y no la cuidaba mucho.
Un día, Rosita tenía dolor de garganta. Su mami le puso el termómetro y … tenía fiebre.
Oh-oh … estaba malita. Pronto empezó el dolor de cabeza, el dolor de cuerpo y los estornudos.
Por la noche estornudó tan fuerte que… ¡la pulsera se rompió en dos y salió volando del dormitorio!
-¡Oh no! ¡Mi pulsera! ¡Ven aquí pulsera! ¡Vuelve!
Y la pulsera no volvía… Rosita vio que la pulsera se alejaba y subía al cielo y allí se quedaba, como si fuera una estrella más.
-¡Oye, pulsera! ¡Que bajes te he dicho! ¡Que te quiero en mi mano!
Y entonces, escuchó la voz grave de la Noche.
-Querida Rosita. Tu pulsera es como una estrella, brillante y preciosa. Tienes que saber cuidar de ella, igual que tu mami cuida de ti cuando estás malita. Pero también es importante que sepas una cosa.
-¿El qué? -dijo Rosita, furiosa por no tener su pulsera.
-Que las cosas, si se piden “por favor”, con mucha paciencia y amor, se consiguen. Pero si no cuidas lo que tienes y además hablas de esa forma… Desgraciadamente te quedarás sin ella.
-Aaaaah. -Rosita en ese momento se dio cuenta de que le gustaba tanto, tanto , tanto su pulsera que no había dicho por favor, ni había hablado tranquilamente. Y que a veces, no prestaba atención ni cuidaba de ella. Y por eso, lo que no cuidamos, se va… como su pulsera.
-Perdón- empezó, Rosita. -No me había dado cuenta y es verdad, la pulsera es lo más valioso que tengo, me encanta y no quiero perderla ni estar sin ella. Ni sin mi mami, ni sin mi papi… les quiero mucho, muchísimo… prometo cuidarles y hablarles bien… porque no quiero que se vayan como mi pulsera.
Según decía todo esto, la pulsera iba bajando del cielo y se acercaba más y más a ella… hasta volver, por fin, a ponerse en su manito izquierda.
Rosita sonrió y le dio un beso a su pulsera, pensando en su abuelita, que se le había regalado y se había ido al cielo a descansar. Y es que es muy, muy, muy importante cuidar de todo lo que quieres. ¿Y tú? ¿Cuidas a tus juguetes, a tu familia y amigos?

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