Romeo va a la playa

¿Tú sabes de qué color son los osos polares?
Eso es, blancos.

Y la verdad es que les encanta la nieve, el hielo, el agua bien fresquita… menos a uno. A Romeo. Romeo era un osito polar que tenía un sueño que cumplir. Quería ir a la playa algún día y quería ponerse morenito, bien morenito, como los osos pardos.

Entonces, llegó el verano y toda la familia de Romeo se dispuso a ir a la playa para sus vacaciones. mamá Osa dijo:
-Que a nadie se le olvide la gorra, las chanclas, la toalla y por supuesto, ¡la crema!

Romeo hizo la maleta tan emocionado que se despistó y se olvidó de meter el bañador, menos mal que su mami, que está siempre en todo, había metido en su propia maleta un bañador extra para Romeo.

Al llegar a la playa, todos emocionados, corrieron al agua y otra vez, mamá Osa tuvo que poner orden y decir:
-A ver, a ver, a ver, ¿qué hemos dicho de la playa? ¡Inmediatamente todos mis ositos aquí y a ponerse crema solar antes de ir al agua! El sol es muy peligroso y además no estamos acostumbrados a exponernos, debemos tener mucho cuidado.

Romeo solo pensaba en ponerse morenito como los osos pardos y entonces, mientras su mami ayudaba al osito más chiquitín, él frotó crema únicamente en las manos mientras decía:

-¡Listo! ¡Pues ya está! – mientras dejaba el bote de crema de sol en su mochila y engañando así a mamá Osa, que pensaba que Romeo ya se había puesto protección por todo su cuerpo blanquito.

La verdad es que fue un día genial, todos corrieron al agua, bucearon, chapotearon, jugaron con la pelota en la arena, merendaron unos bocadillos de pescadito buenísimos y luego esperaron a ver el anochecer mientras hacían castillos con sus palas y sus cubos.
Aunque en ese momento Romeo, empezaba ya a sentirse un poco mareado…

-Mamita, me duele la cabeza…

-Déjame ver, Romeo. -dijo su mami- ¡Madre mía, Romeo! Estás ardiendo de fiebre y, ¿tú te has visto bien? ¡Tienes la espalda completamente quemada! ¡A urgencias inmediatamente!

Romeo se sentía enfermo pero sobre todo avergonzado. Quiso ponerse moreno el primer día para parecer un oso pardo, olvidándose de que en realidad, él era un oso polar.
Además, no había escuchado a su mami, que le había dicho que la crema en la playa es obligatoria para no quemarse y así proteger la piel. Ahora estaba quemado, dolorido y enfermo con una insolación.

-¡Uh, vaya! -dijo la médica en el hospital- tenemos una quemadura muy fea por aquí…
Alguien no se ha echado crema de sol y ha sido un poquito irresponsable… Pues siento decirte que el resto de tus vacaciones no podrás tomar el sol porque tu piel tiene que recuperarse y deberás estar en la sombra, con camiseta. Ah, y no olvides tomarte esta medicina tres veces al día, ¿te ha quedado claro, Romeo?

-Sí, doctora. Claro, clarinete. Perdóname mami, no te escuché y además te engañé con la crema. Tenías razón, las cosas se consiguen, poquito a poco. Pero, mami, ¿volveremos a la playa las próximas vacaciones?

-Aaaay, Romeo. Si te digo que te pongas la gorra o que te eches la crema no es por hacerte tardar más tiempo en disfrutar de la playa, es por tu seguridad. ¿Ves qué malito te has puesto? Pues que no vuelva a repetirse algo así… pero la playa, la playa sí podemos repetirla. –
-¡Bravo! Gracias mami. -dijo Romeo ya más tranquilo.

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